domingo, 23 de febrero de 2014

Poema 20 - Neruda

PUEDO escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo: " La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos". El viento de la noche gira en el cielo y canta. Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso. En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito. Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos. Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido. Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como pasto el rocío. Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo. Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido. Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo. La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos. Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído. De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos. Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido. Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido. Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.

sábado, 22 de febrero de 2014

Significado Literal / Significado Metafórico


LOS OJOS TIENEN LA PRECISA

Philip K. Dick

 De manera bastante accidental descubrí esta increíble invasión a la Tierra de formas vivas de otro planeta. Hasta ahora, no he hecho nada al respecto; no se me ocurre qué hacer. Le escribí al Gobierno y me enviaron un folleto sobre la reparación y mantenimiento de casas prefabricadas. Sin embargo, el asunto se sabe; no soy el primero en descubrirlo. Tal vez, hasta esté controlado.

Estaba sentado en mí poltrona, dando vuelta ociosamente las páginas de un libro de edición rústica que alguien se había dejado en el ómnibus, cuando me encontré con la referencia que por primera vez me puso en la pista. Por un momento como no reaccioné. Llevó cierto tiempo que su significado completo penetrara en mí. Después de que comprendí, me pareció extraño no haberme dado cuenta de inmediato.

La referencia aludía claramente a una especie no humana de cualidades increíbles, no originaria de la Tierra. Una especie, me apresuro a señalarlo, que habitualmente adopta la forma de seres humanos comunes. Su disfraz, sin embargo, se volvió transparente ante las siguientes observaciones del autor. De inmediato fue evidente que el autor sabía todo. Sabía todo y tomaba nota de ello sin alterarse. El renglón (e incluso ahora tiemblo al recordarlo) decía así:

... sus ojos vagaron lentamente por el cuarto.

Me asaltaron vagos escalofríos. Traté de representarme los ojos. ¿Giraban como monedas? El párrafo indicaba que no; parecían moverse por el aire, no sobre la superficie. Con bastante rapidez, en apariencia. Nadie en el cuento se sor prendía. Eso fue lo que me alertó. Ni un signo de asombro ante una cosa tan escandalosa. Después, el asunto se ampliaba.

... sus ojos pasaban de una persona a la otra.

Ahí estaba, en pocas palabras. Los ojos evidentemente se habían separado del resto de él y andaban solos. El corazón me golpeaba el pecho y el aliento se me cortaba en la garganta. Había tropezado con la mención accidental de una raza completamente extraña. A todas luces no terrestre. Sin embargo, para los personajes del libro era perfectamente natural, lo que sugería que pertenecían a la misma especie.

¿Y el autor? Una sutil sospecha empezó a arder en mi mente. El autor tomaba nota del asunto con demasiada naturalidad. Evidentemente, le parecía una cosa bastante común. No hacía el menor intento por ocultar su conocimiento. El cuento proseguía:

... ahora, sus ojos se centraron en Julia.

Julia, por ser una dama, al menos tenía educación para sentirse indignada. Se la describía ruborizándose y frunciendo el entrecejo enojada. Ante eso, suspiré aliviado. No eran todos extraterrestres. La narración continuaba:

... lenta, tranquilamente, sus ojos la examinaron centímetro a centímetro.

¡Señor del Cielo! Pero aquí la chica se dio vuelta, pegó un saltito y el asunto se acabó. Me recliné en la silla jadeando de horror. Mi esposa y mi familia me miraron intrigados.

- ¿Algún problema, querido? -preguntó mi esposa.

No se lo pude decir. Un conocimiento de este tipo era demasiado para una persona común y corriente. Tenía que guardármelo para mí.

- Nada -jadeé. Y pegué un salto, tomé el libro y salí del cuarto a las corridas.

En el garaje, seguí leyendo. Había más. Temblando, leí el siguiente pasaje revelador:

... rodeó a Julia con sus brazos. Ahora ella le pidió que por favor se lo sacara. Él lo hizo de inmediato, con una sonrisa.

No se dice qué hicieron con el brazo después de que el tipo se lo sacó. Tal vez lo dejaron paradito en un rincón. Tal vez lo tiraron. No me importa. Sea como fuere, el verdadero sentido estaba allí, mirándome de frente.

Aquí había una raza de criaturas capaces de quitarse pedazos de su anatomía a voluntad. Oíos, brazos y tal vez más. Sin que se les moviera una pestaña. Mis conocimientos sobre biología venían de lo más bien en este punto. Evidentemente, eran seres simples, unicelulares, algún tipo de cosa primitiva, de una sola célula. Seres no más desarrollados que una estrella de mar. Las estrellas de mar pueden hacer lo mismo, como sabrán. Seguí leyendo. Y llegué a esta increíble revelación, despachada tranquilamente por el autor sin el más mínimo estremecimiento:

... frente al cine nos separamos. Una parte de nosotros entró, otra parte fue a cenar al café.

Fusión binaria, evidentemente. Se separaban en dos y formaban dos entidades. Seguro que las mitades inferiores iban al café, pues quedaba más lejos, y las mitades superiores al cine. Seguí leyendo mientras las manos me temblaban. Realmente había tropezado con algo aquí. Me devanaba los sesos mientras descifraba este fragmento:

... Me temo que no hay duda al respecto. El pobre Bibney ha vuelto a perder la cabeza.

A lo que le seguía:

... y Bob dice que sin duda no tiene agallas.

Sin embargo, Bibney andaba por la realidad tan tranquilo como el siguiente personaje. El siguiente personaje, sin embargo, era igual de extraño. En seguida se decía de él que:

... no tiene nada de cabeza.

No cabían dudas del asunto en el siguiente párrafo. Julia, a quien había creído la única persona normal, se revelaba como una forma de vida extraterrestre, similar a los demás:

... con bastante deliberación, Julia había entregado su corazón al joven.

No contaba nada sobre el destino final del órgano, pero realmente no me importó. Era evidente que Julia había seguido viviendo exactamente como solía hacerlo, igual que los demás del libro. Sin corazón, brazos, ojos, cerebro, vísceras, dividiéndose en dos cuando la ocasión lo exigía. Sin el menor escrúpulo.

... por consiguiente, ella le dio su mano.

Me sentí descompuesto. El sinvergüenza ahora tenía tanto su mano como su corazón. Me estremecí al pensar en lo que habría hecho con ellos a esta altura.

... él tomó su brazo.

Incapaz de esperar, tenía que empezar a desmembrarla él mismo. Mientras las mejillas se me ponían color púrpura, cerré el libro de un golpe y pegué un salto. Pero no a tiempo para evitar una última referencia a esos despreocupados pedazos de anatomía, cuyos viajes originalmente me habían puesto en la pista:

... los ojos de ella lo siguieron a lo largo de todo el camino y a través del médano.

Salí corriendo del garaje y me metí en mi cálido hogar, como si las malditas cosas estuvieran persiguiéndome. Mi esposa y mis hijos estaban jugando al “Monopolio” en la cocina. Me uní a ellos y jugué con apasionada unción, la cabeza febril, los dientes castañeteándome.

Había tenido suficiente de esa cosa. No quiero oír nada más de eso. Dejen que vengan. Dejen que invadan la Tierra. Yo no quiero verme mezclado en el asunto.

No tengo estómago para eso.

El Verso y la Rima


viernes, 21 de febrero de 2014

Fotonovela


     “La fotonovela” es una narración en secuencias formada por “imágenes fotográficas” y “textos escritos”.
   La literatura popular que influye sobre la fotonovela es fundamentalmente el folletín: novelas por entrega que se publicaban en revistas de circulación masiva.
   La fotonovela reduce sus contenidos a esquemas sentimentales donde cualquier tipo de conflicto se resuelve, al final de la historia, con lágrimas de arrepentimiento o con la muerte de algunos de los personajes.
   Aquí el amor lo resuelve todo, no importa el ambiente ni la estructura social.
   La inclusión de la imagen reduce la cantidad de texto y, por lo tanto, con la fotonovela la lectura se ve facilitada.
   Las estadísticas indican que el público lector de fotonovelas era mayoritariamente femenino y de clase medio baja.
   Las acciones, por lo tanto, son originadas por una serie escasa de motivos: amor, celos, ambición, venganza, sacrificio. Los desenlaces, sobre todo, declaran la superioridad absoluta del amor romántico.
   La luz y el color son dos recursos fundamentales de la fotografía en las fotonovelas.
   La fotonovela aún no ha explorado las posibilidades expresivas del texto escrito como la ha hecho la “historieta”. El uso de los globos, onomatopeyas o tipos de letras son elementos que podrían enriquecer la estructura narrativa de la fotonovela.

jueves, 20 de febrero de 2014

Historia del Teatro

   Considero que a los verdaderos actores los vamos a poder ver en el teatro ya que no se pueden equivocar por no haber una segunda toma y si eso sucediera tienen que subsanarlo de la mejor manera posible, ahí interviene la creatividad y la profesionalidad de cada uno de ellos.